El miedo es un sentimiento natural en el ser humano. No sólo es una sensación o una percepción del ser humano sino que el resto de mamíferos también experimentan el miedo a través de la sensación de peligro y reaccionan ante situaciones que consideran de pánico.
Por ello, es habitual que como seres racionales sintamos miedo y tengamos que aprender a gestionarlo y canalizarlo adecuadamente para poder vivir con tranquilidad y calma.
Niños y miedos
Al igual que otras sensaciones o sentimientos, el miedo es una percepción muy común en la etapa de la infancia. El desarrollo evolutivo del niño implica maduración y es un proceso gradual que supone tiempo y evolución.
Según el niño va madurando y va racionalizando los primeros temores, éstos van desapareciendo por sí solos de manera espontánea.
¿Cómo pueden desaparecer sus miedos? ¿Qué podemos hacer?
Los miedos pueden ir desapareciendo con mayor o menor rapidez dependiendo del niño, de su madurez, de las situaciones que viva y experimente y de los condicionantes externos.
Una de las mayores causas por las que los peques muestran miedos y temores innecesarios se debe al condicionamiento de los adultos ante nuevas experiencias o situaciones que no quieren que los niños experimenten.
Por ejemplo: Se tiende a atemorizarles con que si no se duermen vendrá el coco, que si no se lo comen todo se quedarán pequeños siempre, que si no se portan bien llamaremos a la policía o si no se toman la medicina les llevaremos a que les pinche el doctor.
Esto sólo fomenta y favorece el miedo hacia situaciones cotidianas que no deberían suponer un temor para los niños, sino una situación de oportunidad y motivación hacia lo desconocido o hacia aquello que le inquieta o supone un reto.
Son además situaciones que inevitablemente tendrán que experimentar a lo largo de su infancia y deben ver y saborear como algo positivo o al menos no como algo negativo.
Cómo ayudar a los niños con sus miedos
El miedo que aparece de manera evolutiva en la primera infancia, como el miedo a la oscuridad, a los monstruos o a las brujas, nos ofrece la oportunidad de inculcar valores como la seguridad, la confianza, la empatía y la compañía o el afecto hacia nuestros peques.
Nuestra manera de mostrarnos y acompañarles en este proceso será ejemplo de gestión y enfrentamiento a estas nuevas situaciones de inquietud y desconocimiento para ellos.
Si viven esta etapa de manera calmada, cerca de sus figuras de referencia, sabiendo que van a obtener siempre respuesta, compañía y afecto, superarán este momento con mayor rapidez y calma, que si potenciamos esta angustia, si empleamos la amenaza o la mentira, o si burlamos sus sentimientos.
La postura del adulto debe ser la de acompañar y mostrarse disponible, con paciencia, seguridad y cariño. El afecto y la firmeza en la respuesta a sus necesidades e inquietudes es clave a la hora de enfrentarnos a los miedos de los más pequeños.
Basta con ponernos en la piel de los niños para saber qué debemos hacer cuando el miedo aparece en sus cabecitas y no les permite avanzar en sus ilusiones, juegos o sueños.
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«La infancia es única y debe ser cuidada y respetada por todos, ya que marcará el futuro del niño y su forma de ver el mundo”.
Alejandra Melús es maestra de Educación Especial y experta en Atención Temprana e Intervención Psicomotriz y trabaja con niños de cero a seis años realizando sesiones individualizadas de tratamientos especializados.
Podéis seguirla en su blog Atención Temprana y Estimulación
2 Comments
[…] plantarle cara al miedo y aprender a adquirir estrategias para reaccionar ante él?Hoy os lo cuento en este post en colaboración con el Blog de Tutete, donde os hablo de los miedos, de qué hacer cuando […]
Entonces si no se comen todo en vez de decirles que se quedarán pequeños, qué habría que decirles?
O si no se portan bien, en vez de que vas a llamar a la policía qué se les tiene que decir?
Y cuándo dices lo del miedo a la oscuridad o a los monstruos qué deberíamos hacer? Explicarles que no pasa nada, darles apoyo, un abrazo y se les pasa?